viernes, 19 de junio de 2009

Engaños publicitarios sobre los dones saludables de los alimentos

LAS asociaciones de consumidores, los nutricionistas o en el caso español incluso la Aesan (Agencia de Seguridad Alimentaria y Nutrición) han venido advirtiendo en los últimos años sobre las evidentes carencias de la regulación en materia de publicidad alimentaria. AGROGACETA ya informó el 3 de abril de que hasta el 80% de los mensajes que se lanzan sobre alimentos supuestamente saludables, o especialmente nutritivos podrían ser sólo estrategias de mercadotecnia o responder a un “simple engaño”, inocuo, eso sí. El mencionado cálculo fue realizado en el transcurso de la celebración del VI Congreso de la Sociedad de Nutrición Básica. Y no pudo ser más ajustado. Al menos eso es lo que ha confirmado la Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria (Aesa), que ha informado que el 81% de las solicitudes para acreditar este tipo de mensajes no estaba debidamente justificada.

El proceso iniciado en Europa responde a la aprobación del reglamento 1924/2006 que aborda los requisitos necesarios para poder publicitar, en spots o en el etiquetado, las llamadas "declaraciones nutricionales", de "propiedades saludables" y “alegaciones de reducción de riesgo de enfermedad”. Pese a que no será hasta 2010 cuando Bruselas publique una primera lista de los mensajes que serán permitidos, la industria del viejo continente ya se ha volcado en "regularizar" su publicidad. Hasta el momento se han presentado más de 4.000 de este tipo de solicitudes pero la Aesa —la responsable de su análisis científico— sólo ha tenido tiempo para pronunciarse sobre 57 de ellas, todas referidas a productos que venden salud en general o que se dirigen a concienciar sobre el mejor crecimiento de los niños. Los resultados, como se ha dicho, son cuanto menos preocupantes ya que sólo 11 de ellas han pasado el examen.

Algunas de las alegaciones admitidas se refieren a cuestiones ampliamente publicitadas como los efectos del calcio y la vitamina D en los huesos, los de algunos ácidos grasos en el desarrollo infantil o los esteroles vegetales y su relación con la disminución del colesterol. Entre las alegaciones rechazadas hay varias que se refieren a la relación de bacterias lácticas con la inmunidad y el funcionamiento del tracto digestivo, el efecto de ácidos grasos con el rendimiento intelectual y la visión.

Una de las alegaciones desestimadas ha sido la presentada por el fabricante Ferrero, que se refería a la relación del producto Kinder chocolate con el crecimiento de los niños. La decisión desestimatoria de la Aesa ha tenido efecto inmediato y ya no aparece en los productos que están a la venta: la ha retirado antes incluso de que la ley le obligue a ello, algo que por otra parte podría tardar aún años.

Otro fabricante muy popular, Danone, ha decidido también eliminar dos de las solicitudes que había presentado: una de ellas se refería a los productos Activia (a su relación con el tránsito intestinal) y otra a Actimel (y su efecto en el aumento de las defensas). Esa retirada supone que, de momento, la Agencia no evaluará la efectividad de estos productos. Sin embargo, la multinacional no ha procedido a corregir tal publicidad.

Al otro lado del Atlántico, en EEUU, la Food and Drugs Administration (FDA) parece haber abierto un proceso similar. La meta de la regulación americana parece ser menos ambiciosa y la autoridad del FDA se circunscribe a analizar la promoción de alimentos con leyendas que aseguran reducir “enfermedades”, mientras que en Europa la de la Aesa evalúa las afirmaciones relacionadas con la salud “funcional”, que es un concepto más amplio. Tal cosa no ha impedido que la FDA advierta a General Mills, el fabricante de los cereales más vendidos, sobre el siguiente eslogan; “en sólo seis semanas, Cheerios puede reducir un 4% el colesterol malo”.

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